Charla sobre el beato Carlos de Foucauld en el colegio "Virgen del mar"

El pasado miércoles, día 16 de noviembre, nuestro párroco acompañado del sacerdote religioso de la Congregación de los Hermanos del Evangelio de Carlos de Foucauld, André Berger,  visitó el Colegio Público "Virgen del Mar" para hablar con los niños del beato Carlos de Foucauld con motivo del primer centenario de su muerte en Tamanrasset (Argelia). Fueron acogidos con mucha cordialidad por el equipo directivo y profesorado y durante hora y medio, aprovechando el tiempo escolar dedicado a la asignatura de Religión y Moral Católica, pudieron compartir con los niños  que con mucho interés preguntaron sobre la vida  de Carlos de Foucauld en sus etapas de aventurero, monje de clausura, peregrino en Tierra Santa y nómada en el desierto argelino con los nómadas de la tribu tuareg.

 

Robert Ellsberg en su libro Escritos esenciales (Santandel 1999) narra la muerte del Hermano Carlos del modo siguiente: “Al caer la noche del 1 de diciembre de 1916, mientras Carlos de Foucauld ora en su ermita de Tamanrasset, un remoto puesto avanzado en el desierto sahariano de Argelia, oye cómo llaman con insistencia a la puerta. […] A pesar del aislamiento de su eremitorio, el hermano Charles estaba acostumbrado a recibir visitas a todas horas […] Pero en la última etapa de su vida había empezado a tomar precauciones insólitas. Los ecos de la guerra mundial en Europa llegaban incluso a aquel rincón aislado del desierto. Le habían advertido que los rebeldes tuaregs, empujados por una hermandad de fanáticos musulmanes, podrían estar esperando una oportunidad para descargar un golpe contra los infieles franceses. Por eso había fortificado su eremitorio y no abría la puerta mientras no averiguaba quién estaba llamando

 

La arena del desierto había amortiguado el ruido producido por los camellos y por los cuarenta hombres armados que rodeaban el pequeño fuerte. El que llamaba a la puerta se identificó como el cartero. En realidad era un miembro de una tribu del lugar, conocido de Carlos, que había aceptado un soborno a cambio de traicionarlo. Confiadamente, desatrancó la puerta y extendió la mano, pero otras manos lo sujetaron con violencia. Los rebeldes entraron y le ataron los brazos. Mientras algunos de ellos lo sujetaban para interrogarlo, otros buscaban objetos de valor en el eremitorio. Carlos no respondió a sus preguntas, sino que se limitó a orar en silencio, mientras un muchacho de quince años apretaba un rifle contra su sien. Cuando habían pasado veinte minutos, se escuchó el ruido de dos camellos que se acercaban. Carlos empezó a moverse. El muchacho perdió la serenidad y le atravesó la cabeza de un disparo.

 

La muerte solitaria de Foucauld fue semejante a la soledad y la oscuridad de su vida. Había pasado varios años en el desierto preparando el camino a unos seguidores que nunca llegaron, y sus esfuerzos terminaron de esta manera: con un disparo en la noche, un estruendo rápidamente absorbido por la fría arena de las dunas cercanas. Comparado con los ríos de sangre derramada a la sazón en Europa, era un acontecimiento relativamente insignificante. Nadie pudo imaginar entonces el alcance de su influencia posterior, el hecho de que más tarde se fundarían varias congregaciones que hunden sus raíces en su visión, y que El día 1 de diciembre de este año 2016 se celebrará el centenario de su muerte en muchos lugares y, en especial, con los más pobres. Carlos de Foucauld llegaría a ser considerado como una de las figuras religiosas más importantes del siglo xx”.